Luis Gutiérrez “Es la hora de irme al exterior”

25 abril 2008

Es vital saber aceptar las críticas para aprender”. La frase la dice pausado, como intentando transmitir sinceridad, como buscando la manera de sacudirse de los duros comentarios que recibió tras aquel codazo que le aplicó al jugador Cristian Vargas en el The Strongest-Oriente del mes pasado en La Paz. Luis Alberto Gutiérrez va directo, reconoce su error, es consciente que aquel golpe no debió darlo jamás y admite estar arrepentido. Seis fechas de sanción le llegaron encima y es un hecho que Oriente lo va a extrañar en el Clausura que comenzó ayer. Pero no se amilana, más allá de que es consciente de ser el único culpable de lo sucedido.
La sanción le llega justo cuando atraviesa por su mejor momento futbolístico y aunque no podrá jugar durante varias semanas, espera se le pueda dar una transferencia al exterior lo antes posibles. Méritos ha hecho, no sólo en Oriente, sino también en la selección nacional a la que volvió a ser convocado para el amistoso del miércoles frente a Guatemala en Washington. El jugador dice que busca su propia revancha para no defraudar a la hinchada ni a su familia a quienes reconoce, les debe su vida como profesional. Tiene 23 años y es en la actualidad uno de los mejores defensores del país. Un mano a mano con el ‘Bam Bam’ albiverde.

¿Cuánto te ayudó la Tahuichi para llegar a ser profesional?
- Bastante. Yo llegué a los Pimpines cuando tenía 10 años gracias al estímulo de mis padres. Ellos (sobre todo su padre, que jugó mucho tiempo en Destroyers) querían que sus hijos fueran futbolistas y con mi hermano Pablo, comenzamos ahí, en la Tahuichi. Me acuerdo cómo Roly (Aguilera Pareja) nos motivaba, cómo se expresaba diciéndonos que éramos mejores que cualquiera. Te transmitía confianza, te inculcaba valores. Todo eso acaba ayudándote mucho.

- Tu padre jugó mucho tiempo en Destroyers. Vivir en un ambiente de pelota, ¿ayudó a inclinar la balanza para ser futbolista?

- Casi siempre lo seguíamos a las prácticas con mi hermano y mientras él entrenaba, nosotros peloteábamos a un costado esperando que acabara para volver a casa. Él se retiró en el 93, justo el año de euforia en el país por la clasificación al Mundial. Gracias a que había sido jugador llegamos a conocer en persona a esa selección histórica. Entrar al hotel donde concentraban era un caos, pero como mi padre (lo llamaban ‘Julico’) tenía muchos conocidos logramos ingresar sin problema. Ahí nos sacamos fotos con Etcheverry, con Platiní, con Azkargorta, con Peña. Fue de verdad algo inolvidable.
- ¿Cómo llegás a Oriente?
- Jugaba en Calleja y había sido convocado para el sub 20 en Uruguay. Estando allá, me entero de que había un interés porque mis padres me lo comunican tras haber leído el periódico. La noticia nos llenó de felicidad a todos porque en mi casa somos orientistas ‘a muerte’. No sabés lo que es, la celeste no entra para nada (se ríe).

- ¿Era lo que esperabas?
- ¿Quién no quiere llegar a un club grande? Además te cuento una anécdota. Estando de novio con la chica que ahora es mi esposa, nos fuimos a ver un clásico a la curva de Oriente. “Acordate, algún día voy a estar ahí”, le dije, cuando todavía yo jugaba en la B, para Florida. Ella hasta ahora me hace acuerdo de esa frase porque era mi sueño, un sueño que conseguí en base a esfuerzo y dedicación.

- Pablo, tu hermano mayor, llega primero a Oriente. ¿Te motivó aquello para trabajar aún más?

- Sí, él debutó primero en la Liga, pero una grave lesión en la rodilla le impidió continuar en el fútbol. Tras recuperarse, no jugó igual.

- ¿Te costó ganarte la confianza del entrenador?
- Néstor Clausen estaba de técnico y justo el día que yo llego tocaba hacer fútbol. Parece que le caí bien, porque a las dos semanas, en un partido frente a Wilstermann, debuté como sub 20 jugando como tercer central junto a Miguel Ábrigo y Ronald Arana. Por esos días Raldes hacía maletas para marcharse a Rosario Central.

- Pasemos a la actualidad. ¿Por qué costó tanto que te convocaran a la selección nacional?

- Me esforzaba al máximo, incluso en varios partidos acabé siendo figura, pero no se daba. “¿Qué me falta?”, me preguntaba, sin encontrar una respuesta. Pasaron varios técnicos y nada, hasta que de un momento a otro y en el momento más inesperado, Erwin Sánchez me convoca. Oriente había quedado fuera del hexagonal y yo estaba parado hacía casi un mes; por eso te digo que fue sorpresa. Pese a algunas críticas me incorporé de inmediato, trabajé duro con el profe José Antonio Vaca y me puse en pocos días en un nivel óptimo.

- El debut es nada menos que frente a Argentina en una eliminatoria y justo Lionel Messi va por tu carril...
- Voy como lateral izquierdo y en la charla, Erwin me había dicho que me preocupara más por la marca, pero que si tenía chance de llegar hasta el fondo, que lo haga. Efectivamente, Messi jugaba por mi carril y era difícil encontrarlo. Es el mismo que ustedes ven en Barcelona y en su selección. Un crack.

- ¿Cuántos cruces directos tuviste con él?
- Muchos, en casi todo el partido. Es muy rápido, ya que con un enganche o un amago, te saca dos metros de ventaja. No por nada hace la diferencia en cualquier lado.

- ¿Hubo por ahí alguna patada para que sienta tu presencia?
- En el segundo tiempo, porque ya me tenía mal. Justo cuando está por agarrar la pelota le llego con fuerza y lo golpeo, ganándome la amarilla. Lo que me sorprendió fue que no me dijo nada, es más, en casi todo el partido es poco lo que habla. Sólo grita para pedir la pelota, nada más. Es callado, hasta da la impresión de ser buena gente. Con la amarilla encima traté de cuidarme, porque no me quería perder el partido contra Venezuela.

- A propósito de ese partido, ¿encontrás una explicación a la derrota, pese a que casi siempre estuvimos arriba en el marcador?
- Fue un partido raro, injusto, jamás nos imaginamos perder así (5-3). Cometimos errores que no deben pasar nunca más; estuvimos faltos de concentración, ya que tampoco hubo alguien que retuviera la pelota para controlar el juego, y para colmo, se lesionó Arias y acabo atajando. Por eso te digo, fue de esos partidos donde te pasa de todo y perdés como lo hicimos nosotros, de forma increíble. En el camarín todo era silencio porque nadie encontraba una justificación razonable de lo sucedido.

- Tu padre fue jugador, ¿es de los que te critica seguido, en el buen sentido obviamente?
- Sí, hablamos casi siempre de los partidos. Me felicita cuando juego bien y también analizamos las cosas que hice mal, los errores que tuve y en los que debo mejorar. Pero lo hablamos siempre, así en el buen sentido de la palabra, de una forma amena, como un consejo que le da un padre a su hijo.

- ¿Qué cosas no olvidás de las que te ha dicho?
- Muchas, porque él no se pierde partido desde cuando estábamos en la Tahuichi, al igual que mi madre. Recibo muchos consejos y trato de corregirlos, porque también hablo con mi esposa, con mis amigos y mis compañeros. Las críticas son buenas y si uno es humilde, las sabe aceptar con hombría.

- ¿Creés que éste es el momento de salir al fútbol del exterior?

- Hace como unos dos años que tengo la esperanza de salir al exterior y creo que éste es el momento, porque atravieso por mi mejor momento, más allá del incidente que tuve. Tengo la ilusión de salir y se lo he dicho a Daniel González, que hoy en día me representa. Si me saca a un equipo del exterior, si consigue confirmar mi traspaso, voy a trabajar duro y hacer hasta lo imposible para no retornar.

- ¿Hay opción?, porque se habló de Cerro Porteño de Paraguay

- Sí, pero ustedes saben que las propuestas son sólo propuestas. Otra cosa es que vengan con papel en mano y me digan aquí está, querés irte, firmá. Obviamente que no lo dudaría. Hay varios interesados pero ninguna propuesta seria.

- Vos hablás del incidente con Cristian Vargas, ¿por qué reaccionaste con ese duro golpe?

- Fue un error. Ese partido (frente a The Strongest en La Paz) era clave, muy clave para nosotros porque nos jugábamos la clasificación a la Sudamericana. El duelo estaba caliente y yo estaba muy enojado porque Oriente no jugaba bien. Perdíamos, el equipo estaba dormido, así que sentía también una molestia interna conmigo mismo.

- ¿Discutían con Vargas?
- Sí, nos veníamos discutiendo fuerte, hasta que de un momento a otro y sin pensar en las consecuencias que podía ocasionarle a él, al equipo y a mí mismo, le doy el golpe en la cara tras un tiro de esquina. Lo hice en un momento de rabia que a veces pasa en el fútbol, pero que estoy seguro que no volverá a ocurrir. No conmigo.

- Cuando salís, también golpeás a Arévalo. ¿Qué pasó?
- Me estaba recriminando por la falta, me insultaba bastante. No sé la verdad por qué se me acercó a empujarme, si al final ya estaba saliendo de la cancha tras haber visto la tarjeta roja. Te lo vuelvo a repetir, no debí reaccionar así y lo que me queda en adelante es aprender a controlar mi temperamento.

- ¿Llamaste a Vargas?
- Al segundo día de lo ocurrido, averigüé su teléfono y lo llamé para disculparme. Me sentí muy mal al ver por televisión como había quedado su rostro. Me dijo que no pasaba nada, que no iba a iniciar ningún proceso y que eran cosas que pasaban en el fútbol. Demostró su grandeza como persona. Yo acepto mi error. Hace poco cuando fui a La Paz a sacarme la visa, también me contacté con él y le dije personalmente que lo sentía.

- ¿Tenías temor por la sanción que se te podía venir?
- Estaba preocupado por la petición de The Strongest de que me castigaran por un año. Fueron seis partidos y de igual forma es un perjuicio para mi club.

- A otro tema. ¿Pensaste qué harás en el futuro?

- Aún no lo sé, trato de vivir primero el presente y mi presente ahora es Oriente, es el fútbol. Lo único que tengo claro es que esta carrera es corta y hay que saber aprovecharla, juntar el dinero que ganás para invertirlo más adelante.

- ¿Qué aspiraciones tenés?
- Primero que no me recuerden como el gran futbolista, sino como la gran persona. Después, ser un buen esposo, un buen hijo y un buen padre. Creo que eso es lo más esencial en la vida.

- ¿Qué personas han sido importantes en tu formación como profesional?
- Mi padre, cuyo apoyo ha sido fundamental, y mi madre que me cuidó en todo. Hoy en día mi esposa (Mónica Cuéllar) cuyo respaldo lo siento siempre en las buenas y en las malas. Desde cuando jugaba en la B y ganaba 40 pesos por partido, con los que solíamos salir a comer o tomar un helado (se ríe), me ayudó mucho. Creo que sin mi familia y su familia, en la que incluyo a mis suegros (José y Reyna), no hubiera podido lograr nada. Ellos han sido clave.

Sus frases

“Me sentí mal al ver a Vargas con el rostro hinchado. Eso no debió pasar”

“En casa somos orientistas a muerte. La celeste no entra para nada”

“Mi familia ha sido siempre vital. El apoyo que recibo, me ayuda”

Perfil

Viene de la Tahuichi

Luis Alberto Gutiérrez nació en Santa Cruz el 15 de enero de 1985. Sus padres son Julio César Gutiérrez y Mercy Glensi Herrera. Él es el segundo de cuatro hermanos: Pablo, Juan Carlos y María del Rosario. Como futbolista comenzó en la academia Tahuichi Aguilera hasta llegar a jugar en Florida y Calleja.
Sus buenas actuaciones en este último equipo le valieron para ser convocado a la sub 20 que jugó en Uruguay, para luego dar el salto a Oriente Petrolero y a la selección.

El Deber

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